Hoy os contamos la historia de un paciente al que hemos ayudado recientemente. Asumió su sordera y tomó conciencia de que la pérdida auditiva le estaba afectando al carácter y a su relación con los demás. Este problema es muy habitual en personas con pérdida auditiva.
Carlos comenzó a notar que ya no escuchaba como antes en su trabajo. Al principio pensaba que el teléfono de la centralita no funcionaba bien porque tenía que estar siempre pidiendo que le repitieran las cosas. Pero sus compañeros escuchaban perfectamente.
En las reuniones le pasaba algo parecido. No pedía que le repitieran las cosas, le daba vergüenza. Ya no sabía dónde ponerse para entender. Durante la reunión había cosas que se le escapaban y como consecuencia, las hacía sin seguir las instrucciones dadas al equipo y le caía una bronca. Pensaba que estaban contra él, que murmuraban a sus espaldas y empezó a sentir frustración.
Cuando llegaba a casa no era distinto. Su mujer y sus hijos hablando a la vez. El "trae aquí, lleva allí", recados... A su mujer y a sus hijos empezó a no entenderlos cuando le hablaban. Surgían los malentendidos. Pero en la familia, como hay más confianza, empezó a decirles con enfado que no le hablaran de lejos, o que no le hablaran tan bajo. Su mujer y sus hijos lo miraban atónitos cada vez que se enfadaba con ellos por algo así.
Para colmo, no escuchaba la televisión y la ponía muy alta. Su mujer le decía que el volumen era insoportable, los hijos no podían estudiar y el quería irse solo al campo a vivir para no molestar ni ser molestado.
Cuando cualquier persona lo llamaba a un volumen normal, Carlos no contestaba. Cuando le alzaban la voz: -¡Caaaaarloooooos! el sentía que le estaban gritando con el consecuente enfado e irritación. -¿Por qué me gritas? - Porque te llevo llamando un rato y nada. Le contestaban.
El mundo estaba contra él. En todas las situaciones tenía problemas, malentendidos. Estaba irritado y frustrado, así que comenzó a aislarse. Y a deprimirse.
En una revisión médica rutinaria le dijeron que necesitaba audífonos. Todo el mundo le decía que necesitaba audífonos. El se sentía joven para estar sordo. Pensaba que sólo las personas mayores tenían pérdida auditiva.
Cuando acudió al centro auditivo estaba a la defensiva. Le preocupaba ponerse audífonos. No quería que los audífonos se le vieran o que le pitaran o molestaran.
Carlos pensaba en mil cosas negativas en contra de los audífonos. Hasta que los probó.
Los audífonos le cambiaron la vida. Le cambió la expresión de la cara, el ánimo y su relación con los demás.
Esperamos que este testimonio os ayude a identificar el problema.